Dos gotas por segundo

Hace dos décadas, en los noventa, solía jugar la guerra de agua con mis amigos de barrio. Para entonces, no solíamos tener mucha consciencia sobre la escasez de este preciado elemento o vivíamos engañados por el paradigma de los recursos naturales inagotables.
Llenábamos barriles enteros de agua todo el día y nos preparábamos para el conflicto acuático que se llevaba a cabo por las noches, momento ideal para escondernos entre carros, árboles y muros de mi barrio. Desde ahí acechábamos al «enemigo» de la otra manzana. Éramos decenas de chavalos luchando por no mojarnos pero al final todos quedábamos “reempapados” mientras las ocho calles del Barrio Loma Verde descansaban plateadas por el reflejo de la luna sobre las bolsas plásticas. Éramos el estandarte de la contaminación, la maquinaria andante de los manjoles taqueados.
Casi 20 años más tarde, mantengo vivo ese recuerdo como uno de los mejores de mi infancia, pero no deja de pesarme la cantidad de agua que malgastamos cuando en otra parte del mundo o incluso de la misma Nicaragua, otras personas luchaban (luchan todavía) por conseguir un poco de agua para sobrevivir, mientras nosotros la botábamos. No teníamos consciencia sobre la crisis del agua. Y ¿cómo tenerla?, si a diario en todas las casas de la cuadra quedaba la manguera abierta por horas «para regar la calle», lavar el carro o bañar a los perros.
En el Día Mundial del Agua, vale la pena recordar lo importante que es este recurso hídrico para nuestras vidas y también homenajear la labor de las personas que han luchado por mantener el libre acceso al vital recurso, desde los Comités de Agua Potable y Saneamiento (CAPS) en Nicaragua, hasta Greenpeace y otras organizaciones en el mundo entero.
Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos desperdiciado el agua ya sea lavando los platos, el carro, luchando con el agua fría en la ducha o gota a gota en una llave mal cerrada. Pero así como gota a gota se desperdicia el agua, de la misma manera podemos conservarla. Por mínimas que parezcan, nada cuesta mantener algunas normas básicas para conservar el agua: no abrir la llave por completo cuando lavamos los platos ni dejarla tiempo innecesario abierta, utilizar el agua sobrante de la cocina para regar las plantas, no ocupar la lavadora sólo para lavar un calcetín, comprar sistemas de ahorro de agua para el inodoro, no dejar la llave abierta mientras uno se lava los dientes, mantener un recipiente con agua como medida de ahorro y, sobre todo, asegurarse que ninguna llave de nuestra casa gotee, que a dos gotas por segundo, llenamos nueve litros de agua diariamente.